miércoles, 4 de mayo de 2011

LA MARCA BIN LADEN

Contrasta el respeto por las creencias del líder de Al Qaeda, tras la ceremonia oficiada en su despedida, con la escasa consideración hacia sus familiares y víctimas al sepultar rápidamente en el mar su cadáver. De poco servirán las fotografías porque los forenses ya nunca  podrán contrastar o verificar las causas o el momento de su muerte. Habrá que tener fé ciega en lo que nos cuenta el ejército de los Estados Unidos. La excusa es poco creíble porque cualquier experto en conducta humana sabe que al fanatismo sólo se le combate exponiendo y conservando las pruebas y no induciendo a la libre fantasía de cada cual.
Por la relevancia de este personaje en la última década y su extraña historia habría sido preciso no actuar tan precipitadamente en las exequias ya que parece hasta un milagro que haya podido sobrevivir hasta ahora. Las lujosas mansiones marbellíes y saudíes no son precisamente el mejor campo de entrenamiento para resistir en un paisaje tan hostil como las montañas afganas, bombardeadas sin cesar por un poderoso ejército, y su dependencia de una máquina de diálisis hacen todavía más inverosímiles sus correrías por esa zona. Es aún más sorprendente que el hombre que con tanta parsimonia delante de la cámara disponía de la vida de los infieles e incluso de sus propios seguidores haya estado tanto tiempo sin dar pruebas de vida fehacientes con aterradores mensajes. Probablemente su enorme ego, que le ponía a la par de mensajero divino, le habría hecho correr riesgos con tal de poder lanzar sus amenazas.
¿Hubiera traído consecuencias para el presupuesto de Defensa y para la guerra de Irak si la opinión pública norteamericana estuviera más calmada después del 11S  enterándose entonces por medio de su ejército de que Bin Laden había muerto?
¿Acaso nos daría esa noticia la propia Al Qaeda desaprovechando la posibilidad de tener un caudillo casi inmortal?. ¿O la agencia de noticias que cubre esa zona sabiéndose al dedillo el cuento de La gallina de los huevos de oro?.
Son dudas que convendría resolver apabullándonos con todo tipo de pruebas sobre la muerte relatada. De cualquier forma el mundo es un poco más seguro no tanto porque haya muerto este hombre como por el hecho de que muchos ciudadanos musulmanes comienzan a expresarse de otra manera. De repente los occidentales nos damos cuenta que la marca Bin Laden está en declive y ya sólo queda apurar algunos beneficios postreros como las pelis que se avecinan o el morbo de peregrinar al lugar de los hechos. Parece como si hubiera muerto cuando tenía que morir para apurar con éxito una serie de televisión y es bastante seguro que él ya no va a aparecer para desmentirlo.